Cuando se despertó todo le era
temerosamente conocido. Desde arriba sintió verse completamente entera, con poses
quebradas en sus extremidades. Su pelo le causaba
gracia; medianamente largo y enredado, ocultando cierta parte de su
ojo derecho. No escuchaba su respiración, que siempre pensó
abrumadora. Podía apreciar el ángulo de la luz de la noche entrando
por la ventana y cómo su peluche parecía llorar.
Lucía pequeña en la cama. No
distinguía los vidrios de la ventana desde allí. Viendo la puerta
se durmió.
Victoria duerme como un perro, de forma
liviana y profunda, en un constante estado de alerta. Hace ya un
tiempo que vive sola, hace bastante se siente vacía. Gusta de
quedarse en la oscuridad mirando televisión en compañía de sus
peces. Prefiere eso antes que las visitas ruidosas, se siente segura
dentro de su pecera.
Despertará con la radio. El jardín de
los vecinos y el día soleado la alentarán a abrir la ventana. Verá
el brillo de sus ojos en el espejo del baño y sentirá tristeza.
Dará un suspiro intenso, como si largara un pedazo del alma. Y así
empezará su día. Uno más de tantos otros.
Luego, una noche aún más parecida a
las otras. Sólo que esta vez tuvo el pelo recogido como cola de
caballo. Victoria quiere correr por los campos, llena de salvajismo y
naturaleza, vacía de aburrimiento, de melancolía. Vacía de sí.
Hacía calor y la orquesta de brillos
le resultaba tediosa. La ropa se le pegaba al cuerpo y pensó que
seguramente desde arriba no se notaba.
Camino a la cocina, pasó por el
living, cruzando mirada con uno de sus peces. Sintió que los ojos de
ese pez contenían un alma más fuerte que la suya. Quiso ser pez y
fue a la ducha. Una vez fresca, volvió a la cama e intentó dormir.
La luna iluminaba de la misma forma que la noche anterior.
Victoria es presa de arboleda. Posee
una belleza misteriosa que ella misma oculta para mantenerse a salvo
del mundo. Se muestra peligrosa, se siente vulnerable. Victoria
quiere la vida que mueve a las hojas. O cielo.
Hacía mucha más calor. Victoria daba
vueltas en la cama. Decidió ir al jardín, punto desde el que tenía
vista panorámica a la calle. No tiene plantas. Lo mejor era y será
el cielo nocturno. Llamó su atención el brillo natural de la luna.
Cambiar el aire hace bien. Juntó su cabello a un lado. El fresco
dominó su cuerpo e ideó un plan para terminar con su insomnio.
Victoria cambiaría de lugar para dormir. Así terminará en el
sillón. Acurrucada, pegoteada en el cuero, transpirada. Incómoda.
Sentía claustrofobia en su mente.
Desde arriba Victoria está apacible.
Desde dentro está en tempestad. Dentro de Victoria hay pájaros que
vuelan turbando todo. Dentro de Victoria se mezclan los colores.
Victoria se hunde dentro de ella y nunca logra llegar al fondo. Parece
que nunca sabrá cómo es abajo.
Baja al piso, a la cerámica. Abajo
Victoria tendrá la frescura de la tierra. Se cubrirá de ella.
Victoria terminará dormida y en paz.