miércoles, 31 de octubre de 2018

Hambre de buey

La chica con hambre de buey vive su infierno en silencio y se evade de él en el pecado...
Un diodo se puso en corto en su cerebro y dejó de valorar lo recibido y lo dado.

La chica con hambre de buey decidió relativizar lo malo
y sin una explicación, sin dar la cara salió de la vida del lastimado.

La chica con hambre de buey hace y no se hace más daño,
llora por un perro mientras ríe del humano.

La chica con hambre de buey, ahora living la vida loca...
Y en compañía no se reconoce a cada segundo, cada vez más sola.

La chica con hambre de buey sin un buen cachete, no le educaron a tiempo...
Y llorando llora los días del invierno sólo para rellenar su tiempo.

La chica con hambre de buey no se soporta desnuda frente al espejo,
cuando está frente a él a solas, pero no cuando le cubre un macho.

La chica con hambre de buey, ¿equinoccio o solsticio de invierno?
Sella corazón y vagina para utilizarte en verano.

La chica con hambre de buey pide ayuda tras haberse accidentado,
viéndose sola te llama y te sientes una vez más manipulado.

La chica con hambre de buey. Traición en tu mesa, tu cama y tu baño...
Relativiza el mal quitando importancia a todo lo que has entregado.

La chica con hambre de buey, vive su secreto sin fecha y con misterio,
si ayudarla has querido, su problema ha utilizado y a tu vida lo has incorporado.

La chica con hambre de buey adora al perro pequeño,
Sobrevalora al primo del lobo habiéndote a tí infravalorado.

La chica con hambre de buey, over-booking de hojas de lechuga en un plato.
Vinagre de Módena, sal marina, problema reconocido y nunca afrontado.

La chica con hambre de buey como en "el círculo del poder" a Siberia ha viajado.
A su regreso, habitación en el Kremlim que mi rabo ha remplazado.

La chica con hambre de buey, limpia por fuera y sucia por dentro...
Sonrisa que dijo ser cómplice y que me ha traicionado.

La chica con hambre de buey un personaje ha fabricado y vive interpretándolo.
Dijo "has sido el primero" al sentir en su cara mi esperma resbalado.

La chica con hambre de buey, crueldad de hierro con funda de terciopelo.
El Nazi del amor tras perder las Malvinas, una vez más se ha levantado.

La chica con hambre de buey no coge a su toro por los cuernos.
Y si en la lidia le ayudas, eso no importa, te acercas a su estado.

La chica con hambre de buey, carcelera de un penal sentimental...
Escapé del penal y sólo es otra de mis "flores del mal".

jueves, 20 de diciembre de 2012

Vigesimal

Recitar puedo escribir los versos mas tristes esta noche
y el otro que diga “y, escribilos y dejá de hablar”
y que acote de manera coloquial.
Podés decir las boludeces más grandes en cualquier momento del dia,
decir, por ejemplo, "flaca,estás zarpada en gata".
Podría decirte incluso, que quiera lo quiera,
aunque no lo sepa, sólo soy un bolud@
y quizás vos sólo seas como una caja de leche.
Me transpira la frente del alma al desnudarme.
Puedo decirte que te necesito en cualquier momento del día,
y, luego, no importarme ni a mí mism@.
Alguna vez me quisieron,
y, quizás las mismas u otras veces, yo fingí que quise.
Puedo darte orgasmos en todos los instantes,
como también podría quitártelos para mí.
Pero no tengo ganas de nada.
Freud está dando vueltas por mi cabeza,
como si paseara por Palermo.
Temo que todo y nada de esto sea pura líbido.
Ni mi vida, ni mis sueños;
sólo quiero con vos pasar algunos ratos,
y si no te alcanza o conviene,
avisame y te descarto,
porque sos vací@ como caja, y yo como botella.
Me encanta cuando el viento te da en la jeta,
moviéndote los pelos.
Me recuerda a nosotros teniendo sexo,
meciéndonos como olas dulces,
saboreando lo salado.
¿Por qué el orgasmo es tan difícil de alcanzar?
Me hartás, me harto, te parto.
Aunque ésta no sea la última vez que me harta,
ni tampoco que te parta.

miércoles, 20 de junio de 2012

Desde arriba

A MVI, que siempre gustó de mis relatos



Cuando se despertó todo le era temerosamente conocido. Desde arriba sintió verse completamente entera, con poses quebradas en sus extremidades.  Su pelo le causaba gracia; medianamente largo y enredado, ocultando cierta parte de su ojo derecho. No escuchaba su respiración, que siempre pensó abrumadora. Podía apreciar el ángulo de la luz de la noche entrando por la ventana y cómo su peluche parecía llorar.
Lucía pequeña en la cama. No distinguía los vidrios de la ventana desde allí. Viendo la puerta se durmió.
Victoria duerme como un perro, de forma liviana y profunda, en un constante estado de alerta. Hace ya un tiempo que vive sola, hace bastante se siente vacía. Gusta de quedarse en la oscuridad mirando televisión en compañía de sus peces. Prefiere eso antes que las visitas ruidosas, se siente segura dentro de su pecera.
Despertará con la radio. El jardín de los vecinos y el día soleado la alentarán a abrir la ventana. Verá el brillo de sus ojos en el espejo del baño y sentirá tristeza. Dará un suspiro intenso, como si largara un pedazo del alma. Y así empezará su día. Uno más de tantos otros.
Luego, una noche aún más parecida a las otras. Sólo que esta vez tuvo el pelo recogido como cola de caballo. Victoria quiere correr por los campos, llena de salvajismo y naturaleza, vacía de aburrimiento, de melancolía. Vacía de sí.
Hacía calor y la orquesta de brillos le resultaba tediosa. La ropa se le pegaba al cuerpo y pensó que seguramente desde arriba no se notaba.
Camino a la cocina, pasó por el living, cruzando mirada con uno de sus peces. Sintió que los ojos de ese pez contenían un alma más fuerte que la suya. Quiso ser pez y fue a la ducha. Una vez fresca, volvió a la cama e intentó dormir. La luna iluminaba de la misma forma que la noche anterior.
Victoria es presa de arboleda. Posee una belleza misteriosa que ella misma oculta para mantenerse a salvo del mundo. Se muestra peligrosa, se siente vulnerable. Victoria quiere la vida que mueve a las hojas. O cielo.
Hacía mucha más calor. Victoria daba vueltas en la cama. Decidió ir al jardín, punto desde el que tenía vista panorámica a la calle. No tiene plantas. Lo mejor era y será el cielo nocturno. Llamó su atención el brillo natural de la luna. Cambiar el aire hace bien. Juntó su cabello a un lado. El fresco dominó su cuerpo e ideó un plan para terminar con su insomnio. Victoria cambiaría de lugar para dormir. Así terminará en el sillón. Acurrucada, pegoteada en el cuero, transpirada. Incómoda. Sentía claustrofobia en su mente.
Desde arriba Victoria está apacible. Desde dentro está en tempestad. Dentro de Victoria hay pájaros que vuelan turbando todo. Dentro de Victoria se mezclan los colores. Victoria se hunde dentro de ella y nunca logra llegar al fondo. Parece que nunca sabrá cómo es abajo.
Baja al piso, a la cerámica. Abajo Victoria tendrá la frescura de la tierra. Se cubrirá de ella. Victoria terminará dormida y en paz.

miércoles, 25 de abril de 2012

EL ENFERMO PROFESIONAL (Roberto Arlt)


Sí, hay señores empleados que podrían poner en la tarjeta, bajo su nombre, esta leyenda: “enfermo profesional”.
 No hay repartición de nuestro gobierno donde no prospere el enfermo profesional, el hombre que trabaja dos meses en el año, y el resto se lo pasa en su casa. Y lo curioso es esto. Que el enfermo profesional es el motivo de que exista el empleado activo, fatalmente activo que realiza el trabajo propio y el del otro, como una compensación natural debida al mecanismo burocrático. Y decimos burocrático, porque estos enfermos profesionales sólo existen en las reparticiones nacionales. Las oficinas particulares ignoran en absoluto la vida de este ente metafísico que no termina de morirse a pesar de todos los pronósticos de los entendidos de la repartición nacional. Naturalmente, el enfermo profesional jamás tiene veinte años ni ha pasado de los treinta. Se mantiene en la línea equinoccional de la vagancia reglamentaria. Es un hombre joven, adecuado para el papel que representa sin exageración pero con sabiduría.
Generalmente es casado, porque los enfermos con esposa inspiran más confianza y las enfermedades con una media naranja ofrecen más garantías de autenticidad. Un hombre solo y enfermo no es tan respetable como un hombre enfermo y casado. Intervienen allí los factores psicológicos más distintos, las ideas crueles más divertidas, las compasiones más extrañas. Todos piensan en la futura viuda.
Ahora bien, el enfermo profesional suele ser en el noventa y cinco por ciento de los casos un simulador habilísimo, no sólo para engañar a sus jefes, sino también a los médicos, y a los médicos de los hospitales.
Naturalmente, para adoptar la profesión de enfermo siendo empleado de una repartición pública hay que contar con la ayuda del físico.
El enfermo profesional no se hace sino que nace. Nace enfermo (con salud a toda prueba), como otro aparece sobre el mundo aparente- mente sano y robusto, con una salud deplorable.
Tiene una suerte, y es la de su físico, un físico de gato mojado y con siete días de ayuno involuntario. Cuerpo largo, endeble, cabeza pequeña, ojos hundidos, la tez amarilla y la parla fatigosa como de hombre que regresa de un largo viaje. Además siempre está cansado y lanza suspiros capaces de partir a un atleta.
El que cuente con un físico de esta naturaleza, dos metros de altura, cuello de escarbadientes y color de vela de sebo, puede comenzar la farsa de la enfermedad (siempre que sea empleado nacional) tosiendo una hora por la mañana en la oficina. Alternará este ejercicio de laringe con el tocarse suavemente la espalda haciendo al mismo tiempo el gestecillo lastimero. Luego toserá dos o tres veces más y, con todo disimulo, evitando que lo vean (para que lo miren) se llevará el pañuelo a la boca y lo ocultará prestamente.
A la semana de efectuar esta farsa, el candidato a enfermo profesional observará que todos sus compañeros se ponen a respetable distancia, al tiempo que le dicen:
–¡Pero vos tenés que descansar un poco! (ya cayó el chivo en el lazo), vos tenés que hacerte ver por el médico. ¿Qué tenés? ¿A ver si tenés fiebre?
Y si el candidato a profesional es hábil, el día que visita al médico de su oficina, muchas horas antes se coloca papel secante bajo las axilas, de modo que al colocarle el termómetro el médico, comprueba que tiene fiebre, y como además el profesional confiesa que tose mucho, y etc., etc. (Nosotros no le regalamos fórmulas para convertirse en enfermo profesional).
Un mes de farsa basta para prepararse un futuro. ¡Y qué futuro!
La “enfermedad” alternada con las licencias, y las licencias con la enfermedad.

Con este procedimiento en poco tiempo el profesional se convierte en el enfermo protocolar de la oficina. El médico se aficiona a este cliente que lo visita asiduamente y le habla del temor de dejar a su esposa viuda, el médico acaba por familiarizarse con su enfermo crónico que le hace pequeños regalos y que sigue puntualísimamente sus prescripciones, y al cabo de un tiempo, ya el médico ni lo obser va a su enfermo, sino que en cuanto lo ve aparecer por su consultorio le da unas amistosas palmadas en la espalda y extiende la licencia con una serenidad digna de mejor causa.
Pero el profesional no se calma, sino que alega nuevos dolores, y ya está que el estómago se le pone como un “plomo”, ya es la garganta que le duele, y si no son los riñones, el hígado y el páncreas a la vez, o el cerebro y los callos.
El médico, para no alegar ignorancia ante tal eclecticismo de enfer medades, lo deriva todo de la misma causa, y finge con el enfermo hacer análisis que no hace, pues está convencido que el ciudadano muere el día menos pensado.
Y el caso es el siguiente: que todos quedan contentos. Contentos los empleados de la repartición por haberse librado de un compañero “peligroso”, contento el jefe de ver que con la ausencia del enfermo el trabajo no se ha obstaculizado, contento el ministro de no tener que jubilarlo al enfermo porque alega que se enfermó en el desempeño de su trabajo, contento el médico de tener a un paciente tan sumiso y resignado, y contento el enfermo de no estar enfermo, sino de ser uno de los tantísimos de los enfermos crónicos que en las reparticiones naciona- les hacen decir al portero:
–Pobre muchacho. Ése no pasa de este año.
Y el pobre muchacho se jubila... se jubila de empleado nacional... y de enfer mo crónico aunque con un sueldo sólo por las enfermedades.

jueves, 16 de febrero de 2012

Es doloroso ser Dios de uno mismo,
saber qué vas a ser al despegar de las sábanas.
Sólo se puede sobrevivir a la domesticación
con la incertidumbre a cada paso
y la perpetua certeza
de que uno siempre está haciendo boludeces.